La esperanza de vida de una gallina varía considerablemente según la raza, el entorno y el propósito para el que se cría. En condiciones ideales, una gallina puede vivir entre 5 y 10 años, aunque algunas pueden alcanzar hasta los 15 años con los cuidados adecuados. Sin embargo, en sistemas de producción intensiva, la vida de las gallinas ponedoras suele ser mucho más corta, ya que a menudo son reemplazadas después de 2 o 3 años de alta producción de huevos debido a la disminución en su rendimiento.
Las gallinas de corral, que tienen espacio para moverse y una alimentación balanceada, tienden a vivir más tiempo que aquellas en entornos cerrados o de alta densidad. Además, el tipo de raza también influye en su longevidad; las razas más grandes y pesadas, como las de doble propósito, suelen tener una vida más corta en comparación con las razas ligeras, que son más longevas.
Para quienes crían gallinas en casa o en sistemas de granja con enfoque en bienestar animal, se recomienda proporcionarles un ambiente libre de estrés, acceso a una dieta equilibrada y cuidados veterinarios preventivos. Estos factores contribuyen significativamente a extender la vida de las gallinas, permitiéndoles vivir de manera más saludable y con mejor calidad de vida durante sus años de producción y después de esta etapa.